Después de un breve paréntesis dedicada a otros proyectos retomo el blog con una propuesta muy refrescante para estos días tan calurosos de verano: TARTA DE CHOCOLATE BLANCO Y GALLETAS OREO.
En primer lugar aclarar que no me gusta hablar de marcas concretas, pero es que todavía no he encontrado unas galletas como las Oreo de otra marca; de hecho en esta receta se les quita la parte cremosa, así que sería bueno encontrar este tipo de galletas sin relleno.
INGREDIENTES:
- 200 gr de galletas Oreo.
- 75 gr de mantequilla.
- 2 cucharadas de leche.
- 1 sobre de gelatina en polvo.
- Un poco de agua (para disolver la gelatina).
- 350 gr de queso cremoso.
- 200 ml de leche (puede ser desnatada).
- 80 gr de azúcar.
- 150 gr de chocolate blanco.
PREPARACIÓN:
Quitar la crema de las galletas y machacarlas. Echarlas en un bol.
Fundir la mantequilla y añadirla a las galletas. Mezclar. Presionar las migas sobre el fondo de un molde desmontable previamente engrasado con un poco de aceite o mantequilla.
Dejar enfriar en la nevera unos 20 minutos. Una vez frío regar con un par de cucharadas de leche (esto hará que la base quede crujiente pero no tanto como para que se parta al trocear la tarta).
Para hacer la crema batir el queso con la batidora de varillas.
Ir añadiendo mientras se bate el azúcar y la leche ligeramente batida. Fundir con cuidado el chocolate blanco en el microondas o al baño maría y agregar a la mezcla.
Preparar la gelatina poniendo un cazo con un poco de agua sobre otro con más agua para calentarla al baño maría. La gelatina se ha de espolvorear sobre el agua del primer cazo y no verterla de golpe para que se hidrate bien. Poner los dos cazos a fuego lento e ir removiendo hasta que la gelatina se haya disuelto por completo.
Para agregar la gelatina a la mezcla, como ésta está caliente y la mezcla fría hay que hacerlo con cuidado. Primero se echa un poco de la crema en el cazo con la gelatina derretida y se mezcla y después se añade esta gelatina al resto de la crema.
Por último verter la mezcla sobre el molde y refrigerar en la nevera unas tres horas (o más).
Desmoldar, degustar y disfrutar.